Sol de invierno - Un año después

Este fragmento contiene spoilers importantes de la novela Sol de invierno de Ibai Rolando

Los copos de nieve caían lentamente y se iban posando sobre la tierra y el mármol. A pesar de los años, los nombres Joyce y Frederic Cheryl surcados en la lápida eran visibles, como si la hubiesen colocado tan solo unas semanas atrás.

Bryony, de cuclillas frente a la losa, estiró el brazo y colocó una rosa algo seca bajo los nombres. Unos pasos le informaron de que alguien se aproximaba a paso lento, pero ella no se inmutó, simplemente se deshizo con el pulgar de una lágrima que resbalaba por su mejilla.

—Hicimos lo correcto, Bry —dijo la familiar voz de Brent a sus espaldas—, Leo tenía razón en enterrarla junto a sus padres, es lo que ella habría querido.

Bryony se levantó lentamente y se giró para mirarle. Bonnie, a quien la encontraba completamente diferente por su cambio de peinado, estaba junto a Brent, a quien también vio cambiado, ambos cogidos de la mano. Una leve sonrisa apareció en su rostro al saber que al menos dos personas eran felices.

—Lo sé —contestó apartándose otra lágrima—, y viendo lo que está pasando... no querría saber lo que habrían hecho con su cuerpo.

Bonnie asintió con mirada triste.

—¿Cómo estáis? —Les preguntó Bryony, segundos antes de abrazarles.

—Tirando —le contestó la otra.

—Nada es fácil —añadió Brent a su lado.

—¿Sabéis... sabéis algo de Leo? —Preguntó con miedo de la respuesta.

—Lo último que se de él es que se fue a Vancouver —contestó Bonnie con tristeza.

—Pero no le hemos vuelto a ver desde que la enterramos y nos separamos.

Un silencio rodeo a los tres viejos amigos durante unos instantes hasta que dos voces iguales rompieron al unísono con la incómoda calma.

—¿Creéis que vendrá?

Los tres miraron hacia un lado y vieron a dos Sonjas a tan solo unos pasos.

—¡Sonja! —Murmuraron Brent y Bryony a la par, y cada uno abrazó a una Sonja diferente.

—No deberías hacer eso —susurró Bonnie acercándose a ellas para saludarla—, no deberías usar tus habilidades en público.

—Eso ya se lo he dicho yo —dijo Tyco saliendo de entre los árboles que rodeaban esa zona del cementerio—. A ver si consigues que a ti te haga caso —añadió mientras le abrazaban.

—¿No era por eso por lo que luchaba Aeryn? —Se defendió creando un doloroso silencio—. Que mejor manera de honrarla.

—Eso no significa que no siga siendo peligroso —contestó Brent.

—Tal vez todo fuese en vano —masculló Bryony para sí misma.

Bonnie la oyó y la rodeó con los brazos.

—No digas eso, nada fue en vano —le dijo en tono tranquilizador mirándola a los ojos—. Logramos acabar con los cazadores, e hicimos ver al mundo lo que realmente era PHERM.

—Pero no logramos ninguna libertad, y cada uno nos fuimos por nuestro lado. Mira a tu alrededor —extendió los brazos—. Todos prometimos que vendríamos aquí un año después, por ella, y mira, solo hemos venido cinco.

Bonnie bajó la mirada sin saber qué decir.

—No digas eso nunca —dijo una voz femenina tras ella.

Bryony se dio media vuelta y vio a Gea con media sonrisa dibujada en la cara y ésta se lanzó a sus brazos.

—Aeryn nos dio fuerza y fe en nuestras habilidades —le murmuró al oído—. Murió por salvarnos a todos, Bryony. No lo olvides.

Poco a poco fueron llegando también Gautier, Ianis y Zettie. Quienes no llegaron fueron Leo y Gael.

—¿Sabéis algo de ellos? —Preguntó Sonja cuando Gautier los mencionó.

—A Gael lo detuvo el gobierno hace cinco meses —algunos contuvieron el aliento ante la sorprendente noticia—. Pero le saqué de allí, y dos días después huyó a Irlanda —dijo con una sonrisa triste.


—Vaya —masculló Tyco sorprendido—. Pensé que solo eran rumores.

—No, no lo son —contestó Gea—. Al parecer lo están haciendo en varios países.

—La gente está asustada —comentó Gautier.

—Eso no es excusa para que nos persigan —le contestó Bonnie.

—Es como si volviesen a cazarnos —añadió Brent enfadado—, solo que ahora todos saben de nuestra existencia y cualquiera puede llamar al número ese del gobierno.

—No es justo —corroboró Bonnie—, la chavala que reventó ese barrió de Berlín no sabía lo que hacía. No era más que otra víctima de PHERM. Criminalizarnos a todos por una chica que se asustó cuando le despertaron las habilidades no es nada justo.

—Que la zona resultase ser radioactiva no ayudó —dijo Tyco.

Un silencio surgió entre todos. Bryonny volvió a mirar la tumba y recibió un rallito de esperanza.

—Esperemos que todo se solucione —dijo con una sonrisa.

—Esperemos —corroboró Sonja.

El silencio volvió a surgir.

—Parece que Leo no vendrá —murmuró Brent anunciando lo que todos pensaban—. ¿Vamos yendo? —Preguntó a Bonnie, quien asintió y le besó en los labios.

—Esperad —dijo Gea, quien sin saber que alguien les observaba desde detrás de los árboles a diez tumbas de distancia, dirigió su mano hacia la tumba de Aeryn y sus padres.

Poco a poco, unas flores rojas como el fuego fueron surgiendo y creciendo del suelo. Todos sonrieron, y Bryony se besó la mano para después posarla en la lápida de mármol.

—Hasta el año que viene, Aeryn.

Una decena de lápidas al fondo, desde detrás de los árboles, Leo les observaba sin poder contenerse el llanto. En silencio, las lágrimas iban cayendo por su rostro. Veía cómo sus viejos amigos se iban yendo entre los árboles, y por mucho que quisiese ir a abrazarlos, no podía. Cayó de rodillas junto al árbol y pegó un fuerte puñetazo al tronco.

Había vivido el peor año de su vida, la poca luz que hubo en su vida tras abandonar Sacramento se había apagado junto al fuego de Aeryn y ya no le quedaba nada por lo que luchar ni por lo que vivir. Pensar que aquella cita junto a sus amigos sería un cierre para el dolor y la peor época de su vida, fue un error. No había hecho más que abrir más la herida, si es que eso era posible.